lunes, 1 de agosto de 2011

DÍA 9 - TERCER TURNO


La historia de Sabinillas


CAP 2

...Aquella noche, los pumas de la habitación de Pedro Pablo fingieron estar dormidos hasta que los monitores se marcharon a la cama y aprovecharon para salir de la habitación. Un pequeño bulto de ropa ocupaba sus puestos en la cama por si volvían y no los veían allí. Los demás, los cubrirían si los monitores volvían.

Como imaginaban, un grupo de niños de una habitación había salido por la noche, guiados por un monitor.

¿Hacia dónde se dirigían?

Pedro Pablo condujo a sus amigos, con cuidado de no ser descubiertos hasta el lugar donde se dirigían. Como ya estaban acostumbrados a esconderse de forma tan sigilosa en la finca, todo les fue bien hasta el momento.

Observando con atención, descubrieron horrorizados que las sospechas eran ciertas: había un grupo traidor.

Los chicos se dirigían hacia la finca de la malvada Rosabella.

Todo fue bien hasta que un chico estornudó sin querer. Aquel ruido los delató e hizo que todos los monitores corrieran hacia ellos.

-¡Corred hacia la habitación, yo los distraigo! Avisó nuestro protagonista.

Pedro Pablo corrió valientemente hacia el sentido contrario, salvando a sus compañeros de un castigo seguro hasta que fue agarrado por dos monitores. Forcejeó todo lo que pudo pero fue inútil.

Como castigo, pasó toda la noche encerrado en la sala de profesores. Como tenía sueño, se tumbó en un rincón y se quedó profundamente dormido.

Por suerte para este caso, él tenía un sueño muy ligero. Un ruido lo despertó: un grupo de monitores y niños que, por lo visto, no se habían percatado de su presencia, habían entrado en la habitación y parecían disponerse para una reunión. Un pequeño detalle despertó su curiosidad: todos los niños llevaban la misma camiseta, una camiseta muy chula que nunca había visto antes en las taquillas de ninguno de sus amigos.

Se agazapó en su rincón, sin hacer el menor ruido para que todos pensaran que seguía dormido y poder espiar toda la conversación.

-Todo marcha como habíamos previsto. Como recompensa, podréis llevar esas camisetas bajo la ropa, pero no son unas camisetas cualquiera: os otorgarán toda serie de privilegios como pago por vuestra ayuda.- Aclaró un monitor.

- Pero ¿Por qué tanto empeño y robarle la fiesta y la infancia a los niños?- Preguntó un chico.

-Porque los lujos son para nosotros, el poder es para nosotros y, con vuestra ayuda, compartiremos ese poder…

-Lo que mi compañero quiere decir,- comenzó uno de ellos.- es que en la finca hay un gran tesoro escondido, un tesoro que ni la señorita Rosabella conoce. Pero si los chicos siguen explorándola, corremos el peligro de que la descubran y la repartan entre ellos.

-Pero, con vuestra ayuda, el tesoro será nuestro.- Finalizó otro.

Pedro Pablo escuchaba boquiabierto la conversación. Aquello le había dado una magnífica idea: si se hacían con el tesoro antes que ellos, ¡podrían librarse de la opresión de los malvados monitores y de la directora Rosabella!

En cuanto todos se hubieron marchado, se levantó y escapó por la ventana atando fuertemente unas cortinas y usándolas como cuerda.

Aquella noche habría reunión. ¡Y vaya si habría reunión! Todos los niños de Sabinillas estarían allí.

-Chicos, tenemos que revelarnos, el tiempo nos pisa los talones. Tenemos que averiguar quiénes son los chicos traidores.

-Pero, Pedro Pablo, ¿No les viste las caras?

-No…

-¡Pero qué haces! ¡En esta reunión estamos todos! ¡Los traidores nos pueden estar oyendo y podrían delatarnos otra vez!

-No, registrad las taquillas.- Sentenció.

-Pero… ¿Por qué?- preguntó uno.

-Confiad en mí.

Una por una, fueron abriendo todas las taquillas. Aparentemente, no había nada raro en ellas hasta que descubrieron algo en la taquilla de un chico de la habitación número ocho: una extraña pero bonita camiseta.

-¡Son los del ocho! ¡Nos han traicionado para tener privilegios!

-¿Qué?

-Les han dado unas camisetas que les sirven para poder colarse en todas las colas, comer mejores comidas, ir a la piscina o a la playa y mucho más. – Aclaró el chico.

-¡Cubazo de agua!- gritaron todos.

-¡Esperad, no somos traidores!- gritaron. – Nos infiltramos con los malos para ver qué ocurría.

-¿Y cómo poderos creeros?- Preguntó Pedro Pablo con el cubo ya en la mano (Tenía una puntería excelente).

-Porque nosotros también queremos diversión y no es lo mismo con los monitores, la monja Petra y su gato que con vosotros.

-Chicos, tenemos que hacer algo para expulsar a los monitores de aquí y hacernos con el tesoro.- Sonrió nuestro protagonista.

-Pero ¿Cómo?

Pero Pedro Pablo, como siempre, ya tenía una idea.

La noche siguiente, un grupo de niños corrió hacia los monitores gritando:

-¡Los de la ocho han desaparecido!

-¿A dónde han ido?

-Dicen que un grupo de horribles monstruos y fantasmas se los han llevado.

-No digáis estupideces…

Al instante, un terrorífico aullido retumbó en todo Sabinillas.

-¡Reino de Torninos!- Gritó Pedro Pablo desde un extremo del patio.

Al instante, una avalancha de niños de los grupos de panteras, vestidos de zombies se abalanzó sobre los aterrorizados monitores.

-¡Reino de Koskoi, al ataque!- gritó de nuevo y los leones comenzaron a lanzar globos de agua, disfrazados de fantasmas.

Como los monitores ya habían conocido los nombres en clave de sus grupos, los animales, el nuevo sistema de reinos los dejó completamente confundidos. Habían utilizado palabras del internado para cambiar el orden de las letras: original y pegadizo.

Los de la habitación número ocho se habían repartido entre las habitaciones de sus compañeros para poder participar en aquella divertida conspiración.

La señorita Rosabella salió en pijama, con un osito de peluche en la mano, de su gran mansión y entró en el patio chillando:

-¿Qué es todo este alboroto….?- No pudo terminar la frase antes de que Pedro Pablo le diera un golpe en la cabeza con un cubo de agua sin querer.

-Ups…

Los monitores salieron corriendo del internado y no se les volvió a ver por allí nunca más.

Aquella noche de terror había dado resultado y ahora los niños podrían divertirse como niños que eran.

Los chicos de la colonia derribaron el muro que los separaba de la hermosa finca y utilizaron la mansión para hacer actividades y juegos. No tardaron absolutamente nada en encontrar el gran tesoro escondido bajo la fuente del patio, no sin haberla vaciado antes. Utilizaron aquella inmensa fortuna para crear juegos y hacer del internado un lugar mejor mejor.

Los perros rabiosos, al recibir por fin comida, se volvieron dóciles y fueron llevados a familias que los quisiesen y cuidasen con mucho cariño.

Los niños se convirtieron ahora en los monitores, unos monitores divertidos y enrollados pero, sobre todo, generosos.

Pedro Pablo, como héroe de esta historia que era, fue nombrado rey Pedrus Pablus de Sabinillas.

Rosabella, después del golpe, se recuperó sin problemas… bueno… excepto por unos extraños trastornos mentales que le obligan a hablar en acento argentino y encontró trabajo en una telenovela cuyo protagonista era otro pero, por capricho, se llamó como ella (Sincronizad el canal Savinillas TV, el Canal de las Estrellas).

Nadie volvió a saber nada sobre la monja Petra ni sobre su pobre gato. Hay muchas leyendas sobre ellos pero ¿Quién sabe cuál será la cierta?

Las cabezas de la mayoría de estatuas permanecieron cortadas.

Las actividades y juegos estuvieron todos ambientados en la historia de cómo llegó a ser como es ahora: noche del terror, grupos de animales, de reinos… ¡y los jóvenes pudieron ver los Simpsoms, el programa de Pedro Pablo, Rosabella y Sálvame todas las mañanas!

Usaron las mismas habitaciones: trece, como los grupos de niños que se ocuparon de los perros de Rosabella. Pero uno siempre estuvo vacío, el dormitorio de los traidores: el ocho.

Sabinillas se convirtió en un campamento infantil, el mejor, más fiestero y divertido del mundo y todo gracias a nuestro héroe: Pedro Pablo.

FIN


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